El colágeno es una proteína cuya
función es mantener unidas las diferentes estructuras del organismo. Indispensable
para la elasticidad de los tejidos y su regeneración. De esta forma,
identificamos que el colágeno está presente en la composición de los
huesos, la piel, los ligamentos, los cartílagos y tendones. Es la
molécula proteica más abundante en los vertebrados y se calcula que una de cada
cuatro proteínas del cuerpo es colágeno (aproximadamente el 7 por ciento de la
masa corporal de un ser humano).
¿Para qué sirve el colágeno?
El colágeno se encarga de unir los tejidos
conectivos (músculos, tendones, ligamentos, piel, huesos, cartílagos, tejido
hematológico y adiposo y órganos). De esta manera, actuaría como un
elemento de sostén que permite mantener unido el conjunto del cuerpo. Su
función consiste en la formación de las fibras a partir de las que se crean las
estructuras del organismo; por lo tanto, es el responsable del grado de firmeza
y elasticidad de estas estructuras y tiene un papel esencial en su hidratación.
A medida que pasan los años y el cuerpo envejece,
la producción de colágeno se va reduciendo gradualmente. Se
calcula que a los 40 años el organismo produce la mitad de colágeno que en la
adolescencia. Esta reducción en los niveles de producción provoca, entre otras
cosas, la pérdida de elasticidad y flexibilidad de la piel, dolores en las
articulaciones y músculos, osteoporosis,
deterioro en la vista, deficiencias circulatorias, molestias en dientes y
encías, etcétera; es decir, el deterioro propio de la vejez.
Tipos de colágeno
Existen
más de 19 tipos de colágeno, que dependen, entre otros
factores, del tejido en el que actúe y de las sustancias con las que se
combine, por lo que no es considerado como una proteína única, sino más bien
como una familia de moléculas estrechamente relacionadas pero diferentes entre
sí. Los principales tipos son:
- Tipo I: Se encuentra sobre todo en los huesos, la córnea, la dermis y los tendones y se presenta en forma de fibra con estrías que se agrupan y forman cadenas para dotar a los tejidos del organismo de elasticidad y resistencia.
Tipo
II: Presente en los cartílagos, en algunas
estructuras de los embriones y en el humor vítreo del ojo. Otorga
resistencia a estos tejidos ante presiones intermitentes.
- Tipo III: Está en los tejidos de los músculos, las venas y la piel. Actúa como sostén de los órganos que tienen la capacidad de expandirse y contraerse.
- Tipo
IV: Se encuentra principalmente en la piel.
Su función es la de darle sostén y la capacidad de filtrar sustancias
diferentes.
- Tipo
V: Presente principalmente en los órganos y
en los tejidos situados en el interior del cuerpo. Su función se asocia
con la del tipo I, es decir, otorga resistencia a los tejidos.
Colágeno para la piel
La
principal función del colágeno es la de crear y mantener las estructuras de los
tejidos que forman el organismo, incluida la piel, por lo que tiene una importancia decisiva en propiedades como
la firmeza y flexibilidad. El aspecto de la piel, las uñas o el
cabello dependen considerablemente de esta proteína. Aunque la producción de
colágeno se reduce irremediablemente con la edad, existen una serie de remedios
que ayudan, en cierto grado, a restaurar los niveles de esta sustancia en el
cuerpo, como el colágeno
hidrolizado (es decir, que ha pasado por un proceso de
hidrólisis, que es la ruptura de ciertas moléculas para que el colágeno pueda
ser absorbido por el organismo). Este producto suele estar como colágeno en polvo,
aunque también existen las pastillas
de colágeno.
En
ocasiones, a la hora de tomar colágeno también se hacen distinciones entre la
proteína procedente de animales y la que procede de los peces, que se conoce
como colágeno marino.
Colágeno para músculos y articulaciones
Uno de
los productos más destacados es el colágeno
con magnesio, que contribuye al correcto funcionamiento de
músculos y ligamentos. Esto se debe a que el magnesio es un mineral que
interviene en el proceso de formación de las proteínas, por lo que favorece el
efecto del colágeno.
La
combinación de colágeno y ácido hialurónico
también tiene efectos positivos sobre músculos y articulaciones. El
ácido hialurónico se encuentra en los huesos y la piel, actuando como lubricante
para cartílagos y ligamentos, lo que aporta importantes beneficios:
- Al actuar como lubricante para cartílagos y ligamentos, genera un efecto protector ante determinadas fuerzas mecánicas.
- Ayuda a recuperar la elasticidad, disminuyendo el dolor y mejorando la movilidad de las articulaciones.
- Ayuda a prevenir lesiones deportivas, como distensiones y tendinitis.
¿Qué alimentos ayudan a producir o
tienen el colágeno natural?
El colágeno es un elemento que no aparece ni en
frutas ni en verduras. Si queremos un buen aporte de colágeno, lo mejor que
podemos hacer es prestar atención a los siguientes productos:
- Patas de cerdo, de vaca, gallina, pollo.
- Cabeza de cerdo y de vaca
- Espinas de pescado.
- Huesos de vaca con tuétano.
- Caldos o sopas hechos a partir de los productos ya nombrados.
- Gelatina de pata.
Uno de los grandes problemas del colágeno es
que para que podamos absorberlo de manera correcta, tiene que estar
hidrolizado. Es decir, son alimentos que son sometidos a bastante cocción
durante un largo tiempo para que se vaya extrayendo el colágeno. Un ejemplo
claro son el caldo llamado “patasca” en Santa Cruz, o la gelatina de pata, son
muy ricos en colágeno.
El colágeno, en cualquier caso, no es algo que
debamos consumir a diario y se recomienda, sobre todo, a partir de cierta edad,
siempre y cuando tengamos alguna deficiencia
provocada por problemas de artritis, fracturas o heridas. Un
adulto sano produce suficiente colágeno por sí mismo, siempre y cuando mantenga
una dieta normal, rica en vitaminas y minerales.
Si bien, el colágeno no se encuentra en frutas
y verduras, si hay una buena parte de ellas que pueden ayudar a nuestro organismo
a producir colágeno de manera natural, y estas son:
- Frutas y verduras ricas en licopeno, como manzanas, fresas o remolacha.
- Frutas ricas en vitamina C.
- Apio, pepinos, ajos, cebollas y otros productos ricos en azufre.
- Leche de soja y queso, gracias a su contenido en genisteína.
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