lunes, 29 de abril de 2019

COLAGENO ¿QUÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE?


El colágeno es una proteína cuya función es mantener unidas las diferentes estructuras del organismo. Indispensable para la elasticidad de los tejidos y su regeneración. De esta forma, identificamos que el colágeno está presente en la composición de los huesos, la piel, los ligamentos, los cartílagos y tendones. Es la molécula proteica más abundante en los vertebrados y se calcula que una de cada cuatro proteínas del cuerpo es colágeno (aproximadamente el 7 por ciento de la masa corporal de un ser humano).

¿Para qué sirve el colágeno?
El colágeno se encarga de unir los tejidos conectivos (músculos, tendones, ligamentos, piel, huesos, cartílagos, tejido hematológico y adiposo y órganos). De esta manera, actuaría como un elemento de sostén que permite mantener unido el conjunto del cuerpo. Su función consiste en la formación de las fibras a partir de las que se crean las estructuras del organismo; por lo tanto, es el responsable del grado de firmeza y elasticidad de estas estructuras y tiene un papel esencial en su hidratación.

A medida que pasan los años y el cuerpo envejece, la producción de colágeno se va reduciendo gradualmente. Se calcula que a los 40 años el organismo produce la mitad de colágeno que en la adolescencia. Esta reducción en los niveles de producción provoca, entre otras cosas, la pérdida de elasticidad y flexibilidad de la piel, dolores en las articulaciones y músculos, osteoporosis, deterioro en la vista, deficiencias circulatorias, molestias en dientes y encías, etcétera; es decir, el deterioro propio de la vejez.

Tipos de colágeno

Existen más de 19 tipos de colágeno, que dependen, entre otros factores, del tejido en el que actúe y de las sustancias con las que se combine, por lo que no es considerado como una proteína única, sino más bien como una familia de moléculas estrechamente relacionadas pero diferentes entre sí. Los principales tipos son:

  • Tipo I: Se encuentra sobre todo en los huesos, la córnea, la dermis y los tendones y se presenta en forma de fibra con estrías que se agrupan y forman cadenas para dotar a los tejidos del organismo de elasticidad y resistencia.
 Tipo II: Presente en los cartílagos, en algunas estructuras de los embriones y en el humor vítreo del ojo. Otorga resistencia a estos tejidos ante presiones intermitentes.

  • Tipo III: Está en los tejidos de los músculos, las venas y la piel. Actúa como sostén de los órganos que tienen la capacidad de expandirse y contraerse.
  • Tipo IV: Se encuentra principalmente en la piel. Su función es la de darle sostén y la capacidad de filtrar sustancias diferentes.
     
  • Tipo V: Presente principalmente en los órganos y en los tejidos situados en el interior del cuerpo. Su función se asocia con la del tipo I, es decir, otorga resistencia a los tejidos.
     

Colágeno para la piel

La principal función del colágeno es la de crear y mantener las estructuras de los tejidos que forman el organismo, incluida la piel, por lo que tiene una importancia decisiva en propiedades como la firmeza y flexibilidad. El aspecto de la piel, las uñas o el cabello dependen considerablemente de esta proteína. Aunque la producción de colágeno se reduce irremediablemente con la edad, existen una serie de remedios que ayudan, en cierto grado, a restaurar los niveles de esta sustancia en el cuerpo, como el colágeno hidrolizado (es decir, que ha pasado por un proceso de hidrólisis, que es la ruptura de ciertas moléculas para que el colágeno pueda ser absorbido por el organismo). Este producto suele estar como colágeno en polvo, aunque también existen las pastillas de colágeno.

En ocasiones, a la hora de tomar colágeno también se hacen distinciones entre la proteína procedente de animales y la que procede de los peces, que se conoce como colágeno marino.

Colágeno para músculos y articulaciones

Uno de los productos más destacados es el colágeno con magnesio, que contribuye al correcto funcionamiento de músculos y ligamentos. Esto se debe a que el magnesio es un mineral que interviene en el proceso de formación de las proteínas, por lo que favorece el efecto del colágeno.

La combinación de colágeno y ácido hialurónico también tiene efectos positivos sobre músculos y articulaciones. El ácido hialurónico se encuentra en los huesos y la piel, actuando como lubricante para cartílagos y ligamentos, lo que aporta importantes beneficios:

  • Al actuar como lubricante para cartílagos y ligamentos, genera un efecto protector ante determinadas fuerzas mecánicas.
  • Ayuda a recuperar la elasticidad, disminuyendo el dolor y mejorando la movilidad de las articulaciones.
  • Ayuda a prevenir lesiones deportivas, como distensiones y tendinitis.

¿Qué alimentos ayudan a producir o tienen el colágeno natural?
El colágeno es un elemento que no aparece ni en frutas ni en verduras. Si queremos un buen aporte de colágeno, lo mejor que podemos hacer es prestar atención a los siguientes productos:

  • Patas de cerdo, de vaca, gallina, pollo.
  • Cabeza de cerdo y de vaca
  • Espinas de pescado.
  • Huesos de vaca con tuétano.
  • Caldos o sopas hechos a partir de los productos ya nombrados.
  • Gelatina de pata.
Uno de los grandes problemas del colágeno es que para que podamos absorberlo de manera correcta, tiene que estar hidrolizado. Es decir, son alimentos que son sometidos a bastante cocción durante un largo tiempo para que se vaya extrayendo el colágeno. Un ejemplo claro son el caldo llamado “patasca” en Santa Cruz, o la gelatina de pata, son muy ricos en colágeno.

El colágeno, en cualquier caso, no es algo que debamos consumir a diario y se recomienda, sobre todo, a partir de cierta edad, siempre y cuando tengamos alguna deficiencia provocada por problemas de artritis, fracturas o heridas. Un adulto sano produce suficiente colágeno por sí mismo, siempre y cuando mantenga una dieta normal, rica en vitaminas y minerales.

Si bien, el colágeno no se encuentra en frutas y verduras, si hay una buena parte de ellas que pueden ayudar a nuestro organismo a producir colágeno de manera natural, y estas son:

  • Frutas y verduras ricas en licopeno, como manzanas, fresas o remolacha.
  • Frutas ricas en vitamina C.
  • Apio, pepinos, ajos, cebollas y otros productos ricos en azufre.
  • Leche de soja y queso, gracias a su contenido en genisteína.

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